Con un foco en los derechos humanos, la igualdad y la no discriminación, el exdirector del Servicio Jesuita a Migrantes y actual funcionario del Consejo para la Transparencia, Miguel Yaksic, tiene claras sus prioridades para la nueva Constitución. Sospecha que la propuesta no tendrá muchas diferencias con la Carta Magna actual, pero pone énfasis en que se deben reconocer a los pueblos originarios en ella y que no se debe olvidar que cada persona es siempre un fin en sí misma y nunca un medio. ¿Sus expectativas para el Chile post proceso constituyente? Un país más integrado, menos desigual, más consciente de las asimetrías de poder que lo gobiernan.
1. ¿Cómo cree que será el país después del proceso constituyente?
Espero que sea un país más integrado, menos desigual, más consciente de las asimetrías de poder que lo gobiernan. Creo que una reflexión colectiva acerca de los principios que orientan nuestra vida en común y sobre las instituciones que nos gobiernan le puede hacer mucho bien al país.
2. Si tuviera que elegir uno solo, ¿qué elemento le gustaría ver plasmado en la nueva Constitución y por qué?
Me gustaría que la Constitución reconociera, de una vez por todas, que Chile es un Estado plurinacional. Y que los pueblos originarios sean reconocidos en la Constitución.
3. En una frase, ¿cómo definiría la importancia de la Constitución para la vida cotidiana?
Como el acuerdo de las reglas básicas que regulan la vida en común.
4. Si tuviera la oportunidad de optar a un cargo público, ¿cuál sería y por qué?
Me gustaría ser una especie de delegado presidencial para el conflicto estatal-mapuche. No desde el punto de vista policial, sino desde la perspectiva reparatoria. De manera de iniciar un proceso serio y profundo, tranquilo y de largo plazo, de reconocimiento y restitución que sane viejas heridas y traiga la justicia que permitirá la paz.
5. ¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta de la sociedad chilena?
Lo que menos me gusta es cómo las estructuras poscoloniales y patriarcales siguen condicionando nuestra vida en común. O sea, como el poder sigue fuertemente arraigado en una porción minoritaria de la población que tiene características muy definidas. Lo que más me gusta es que, pese a todos los dolores, hemos sido capaces de caminar y avanzar juntos a un país que, con todo, está siendo mejor.
6. ¿Qué destaca de los que están en una vereda política distinta a la suya?
La verdad es que estoy cansado de los extremos de izquierda y derecha. Estoy cansado de las caricaturas, de las agresividades y de los fanatismos. Entiendo que el conflicto tiene un valor cuando se convierte en la única vía que canaliza la voz de todos ellos que nunca han entrado en el diálogo público. Entonces, valoro a las personas que no juzgan tanto, que no dividen el mundo entre buenos y malos, que tienen capacidad crítica, pero que también ponen en cuestión sus propias formas de entender el mundo. De esos hay en todos los sectores políticos.
7. ¿Qué ha aprendido con el debate constituyente?
Es pronto para decir eso, porque el debate constituyente propiamente tal todavía no ha comenzado.
8. ¿Cuál derecho cree que debería pesar más en la nueva Constitución?
El principio de igualdad y no discriminación es la piedra angular de toda la estructura de los derechos humanos. En ese sentido, no podemos olvidar que cada persona es siempre un fin en sí misma y nunca un medio.
9. ¿Qué mantendría y qué sacaría de la Constitución actual?
Las constituciones tienen una parte dogmática -que consagra principios y derechos- y otra orgánica, que define la estructura y funcionamiento de los poderes y órganos del Estado. Sospecho que muchas cosas van a permanecer más o menos igual.