La elección del jefe de gobierno se enmarca en la discusión del sistema político. Los sistemas parlamentarios suelen tener un sistema de votación directa de el o la presidenta, mientras que los sistemas semi-presidenciales suelen tener una votación indirecta de el o la Primera Ministra. Dado los posibles cambios al sistema, en conjunto con el contexto de desconfianza en las instituciones por parte de la ciudadanía, los argumentos relativos a esta controversia pueden acabar determinando dicha decisión de sistema de gobierno. En este informe se presentan los actores y argumentos relacionados a esta polémica, junto con una proyección.
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Introducción
Existen tres modelos principales de sistema de gobierno en la política comparada: sistemas presidenciales, sistemas semi-presidenciales y sistemas parlamentarios. Cada uno posee ventajas y desventajas en los ámbitos de gobernabilidad y representación, junto con actores que defienden cada una de estas posiciones. Esto se ve reflejado en la discusión en la que se enmarca la Convención Constitucional.
Uno de los principales elementos a resolver dentro de esta polémica corresponde a la elección de el o la jefa de gobierno según el sistema. En un sistema presidencial; la elección del jefe de gobierno se realiza por votación directa, en la cual se elige a el o la presidenta. En los sistemas semi-presidenciales o parlamentarios, en cambio, este nombramiento se realiza de manera indirecta; los electores eligen a los representantes del congreso, quienes a su vez eligen a quien desempeña el cargo de primer/a ministro/a, aunque usualmente la población posee fuertes indicadores y señales de quién ocupará el cargo en el caso de que triunfe cada partido o coalición. Sin embargo, en estos sistemas también existe la posibilidad de una remoción y reemplazo de quien desempeñe esta función sin pasar por las urnas, mediante la utilización de un voto de censura o mediante la renuncia de quién desempeña el cargo.
Dado el contexto de crisis de representación[1], esta discusión resulta particularmente relevante. En este sentido, los argumentos relativos a esta distinción pueden tener impacto en las resoluciones que la Convención Constitucional tome sobre el sistema de gobierno.
[1] Expresado en los bajos niveles de aprobación de los últimos Presidentes y Congresos.
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Actores y posturas
Este argumento ha sido levantado, principalmente, por aquellos sectores que expresan una preferencia por mantener el sistema presidencial. Estos sectores argumentan que una ventaja de los sistemas presidenciales es que estos proveen la oportunidad de una elección directa del jefe de gobierno, generando un vinculo directo de responsabilidad y mandato entre los electores y el o la presidenta. En este sentido, se plantea que la ciudadanía tiene una cultura política que acostumbra votar por el jefe de gobierno y que cambiar podría restarle poder de decisión a las personas. Adicionalmente, se argumenta que, en el contexto de fuertes demandas de participación y vinculación de la ciudadanía, resultaría contraproducente que se eliminara la elección de el o la jefa de gobierno, reemplazándolo por un sistema donde esta elección se realiza por los miembros del congreso o de los partidos políticos, sujeto adicionalmente a cambios repentinos mediante la renuncia o censura de esta persona. Esta postura es sostenida por quienes son partidarios de mantener el sistema presidencial. Como se establece en la minuta de controversia “Sistema de gobierno”; esta postura es transversal en múltiples bancadas de la convención, pero con particular relevancia en la bancada de Vamos por Chile, además de sectores de la Lista del Apruebo y los convencionales del partido Comunista. Adicionalmente, este argumento ha tenido apoyo entre algunos de los y las académicas que han expuesto en la Comisión de Sistema Político.
En contraste, quienes han apoyado la posición de transitar hacia un sistema semi presidencial o parlamentaria, se aborda por el ámbito de las posibles ventajas de estos sistemas en cuanto a su representación y gobernabilidad; en particular, la posibilidad de formar gobiernos de coaliciones que estén respaldados por mayorías parlamentarias. En este ámbito, las ventanas de estos sistemas podrían superar los efectos negativos de perder. También cabe destacar que el vínculo puede mantenerse en ciertos ámbitos, por ejemplo, en una votación de sistema parlamentario, los respectivos partidos y coaliciones poseen líderes y líneas de sucesión definidas, por lo que en la práctica las campañas y elecciones parlamentarias sí se constituyen en una competencia entre liderazgos claros. Sin embargo, esto no quita que estos sistemas son susceptibles a una renuncia o censura de esta figura, por lo que es posible que en ocasiones asuma un líder o lideresa inesperada. Con todo, en estas situaciones puede ocurrir que esta figura sea electa mediante una elección semi abierta (convocadas por su partido), o bien que esta figura, al poco tiempo de asumir, deba enfrentar una nueva elección para confirmar su liderazgo. Sin embargo, esta misma posibilidad constituye una válvula de escape ante posibles crisis políticas, que resulta menos rígida que el modelo presidencial. Estos son argumentos que pueden ser relevados por quienes apoyan estas opciones, entre quienes se cuenta a sectores de la Lista del Apruebo y de Frente Amplio.
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Proyección
La resolución de esta controversia depende de la resolución de la controversia de sistema de gobierno, donde estos argumentos pueden ser factores relevantes. De esta manera, es muy posible que el planteamiento del vínculo directo entre ciudadanía y mandatorio/a sea determinante en el caso de que se opte por mantener un sistema con características presidenciales, mientras que sí se opta por un sistema con características de un parlamentarismo o semi-presidencialismo, significa que este argumento habrá sido considerado como menos relevante que aquellos factores que harían deseable el transito hacia un nuevo sistema.